Cómo convertir a un escéptico en un fan

Hace poco abrieron un restaurante de sushi cerca de mi casa.

Hoy me habló un amigo para vernos y comer.

Decidí que podía ser buen momento para conocer el restaurante.

Aunque, para serte honesto, no estaba muy convencido.

Pensé que sólo tendrían rollos (makis), pero dado que es nuevo, le di el beneficio de la duda.

Entré y vi la carta:

Sólo tenía nigiris y makis. (Por si no conoces qué son los nigiris, te cuento rápido: es el pescado crudo encima de un arroz.)

Y los precios no me convencían mucho (eran muy, pero muy, baratos para lo que suele costar un restaurante de estos en la zona en la que vivo)… por lo que me daban mala espina.

¿Será que la calidad sería buena?

¿Me intoxicaría?

Total, con poca convicción les pedí dos makis (uno de pasta de cangrejo y uno de mango) y dos ikura (hueva de salmón).

Mi amigo pidió un bowl de arroz con salmón y atún encima.

Unos minutos después llegaron los primeros platos.

Mi amigo, que es buen conocedor de la comida japonesa, exclamó: “Oye, qué bueno está el atún”

“Déjame probar” le dije, mientras tomaba una pieza de atún de su bowl.

No podía creerlo.

El atún estaba en otro nivel.

“Wow, esto está delicioso”.

Yo continué con mi maki de cangrejo, el cual estaba bastante bien (vamos que es casi imposible equivocarse con este rollo).

Unos minutos después llegó el mesero con dos platos que no habíamos pedido:

Dos nigiris de anguila para cada uno.

Y en cada plato, uno de los nigiris venía con un huevo estrellado de codorniz.

“Wow, esta exquisito” dijo mi amigo al probar sus nigiris. “Pruébalo”

Yo tenía mis dudas dado que alguna vez tuve una mala experiencia con un sushi de anguila… pero nuevamente les di el beneficio de la duda.

Primero comí el huevo estrellado… y uff… qué sabor.

Luego los sushis de anguila… y lo mismo… de-li-cio-sos.

Vinieron los demás sushis que pedí y la calidad era impresionante.

Habíamos terminado de comer y estábamos listos para pedir la cuenta cuando regresó el mesero con 4 nigiris extra:

“Se los envía el chef. Cortesía de la casa. Son de calamar.”

“Wtf” pensé. “Estos sí que están en otro nivel, te aseguro que en uno o dos meses van a tener una lista de espera interminable” le comenté a mi amigo.

Me estaban aplicando varios de los principios persuasivos.

Finalmente terminamos de comer y pedimos la cuenta.

“¿Cuánto le dejamos de propina? ¿15 o 20%?” preguntó mi amigo. (En México se suele dar 15% cuando es un excelente servicio)

“20%” le dije, sin dudarlo.

No sólo eso:

Les puse una reseña en Google (muuuuy rara vez hago esto)…

…y los recomendé en un grupo de foodies (amantes de la comida) con más de 800 miembros del cuál soy miembro.

Y estoy seguro que será un éxito el lugar.

¿Qué principios persuasivos usaron?

1. Reciprocidad: El obsequio que nos dieron nos tomó por sorpresa y fue lo primero que detonó la reseña positiva que les dejé en Google. La segunda cortesía hizo que les dejara el 20% de propina.

2. Contraste: El servicio, la calidad, y el precio hicieron un contraste bruuuuutal con los demás restaurantes de la zona.

3. Gusto, Simpatía y Afinidad: El mesero y el chef fueron súper cordiales, y rápidamente generaron afinidad. Saben tratar a sus clientes como pocos restaurantes lo hacen.

4. Repetición: No sólo fue un obsequio. Fueron dos. (Aunque en realidad, fueron 4 piezas de sushi para cada uno.)

Vamos, que me convirtieron de escéptico total a un completo fan.

Al final, nos dijeron que van a sacar nuevos sushis especiales (como el de huevo de codorniz con anguila), y les pregunté cómo podíamos enterarnos de esto.

Lastimosamente no tienen una lista de correo o un grupo de WhatsApp (mal allí 😕).

Si lo tuvieran acelerarían la fidelización de sus clientes en un abrir y cerrar de ojos.

Y si implementaran este tipo de emails o de contenidos en sus grupos de WhatsApp… no habría restaurante que los parara.

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Te espero,
Esteban Constante aka Midas 👑